lunes, 20 de octubre de 2008

FRAGMENTOS

“La certidumbre de que nada existe, por lamentable que sea, no deja de ser una certidumbre. Pocas personas son capaces de tenerla.”, nos alerta Flaubert en Bouvard y Pécuchet, esa obra casi póstuma que es en sí misma un tratado sobre la estulticia, un inteligentísimo brevario de la estupidez. Obra que, y en fácil paralelismo, me lleva siempre al Encomio de la estulticia de Erasmo (sí, el traducido por lo común como Elogio de la locura). Flaubert, aun a sabiendas de que será inútil, les hace leer una biblioteca entera. Tomos y tomos de tratados, compendios, prontuarios, summas, floriregios de todo el saber y todas las disciplinas para que, a la postre, vuelvan a ser lo que fueron y no han dejado de ser: copistas. El retorno. Una vez más el retorno.
En la edición de 1515 de esa obra de Erasmo, que azota con vergajos de carcajadas el dogmatismo escolástico, hay un dibujo a la pluma de Hans Holbein el joven. En él, tocada con las clásicas y asnales orejas (“aquellas orejas que levantaba antaño nuestro insigne Midas para escuchar a Pan”), la Estulticia tiene en sus manos un muñeco que no es sino un icono de sí misma. ¿O es ella misma?
Día de clase. ¿Por qué todo lo anterior? ¿Son esos alumnos bostezantes el fantasma de Pécuchet, la estantigua de Bouvard? ¿O lo soy yo? A menudo, entre ellos, me siento como quien en la playa, entre cuerpos devoradores de sol, ansía el invierno.

(Ilustración superior: Carlos Mansilla)

1 comentario:

El Toro de Barro editorial dijo...

Cuando se habla del gran libro de Erasmo, no puedo dejor de pensar en El Bosco y en cómo la sabiduría es la última muralla que nos separa de las elecciones devastadoras. Lo que no tengo tan claro, y te lo digo con toda sinceridad, es que los libros sean el único o el más fiable de los caminos que conducen a ella: nos han permitido racionalizar mejor las emociones, poner coto a los instintos de la violencia, pero espiritualmente seguimos siendo enormemente limitados. Aunque a lo mejor, lo que ocurre es que cuanto más nos elevamos hacia cotas superiores del espíritu más conscientes nos hacemos de nuestra "chiquez".
Mi admiración hacia ti...