
Las concepciones del espacio y del tiempo andan por lo general con sus retruécanos. Y da igual que sea el pasado quien nos explique por mucho que queramos entender lo que fuimos desde el escurridizo presente. Ni más ni menos que lo que T. S. Elliot, tan bellamente, nos dice en "Burnt Norton", el primero de sus Cuatro Cuartetos:
"Si es eternamente presente el tiempo
todo, todo el tiempo es irredimible.
(...)
Resuenan pisadas en la memoria
por el camino que no recorrimos
hacia la puerta de la rosaleda
que no abrimos nunca..."
Por cierto, la puerta, y el cuadro, son de Edward Hopper.